jueves, 25 de agosto de 2016

Una gran conquista: Messier 39



Una gran conquista: Messier 39


Era el año  325 a.c  y Alejando Magno se quitaba el polvo de la larga travesía de los últimos días, aun estaba el mayor general de la historia convaleciente de la herida de flecha como resultado de la última batalla en los confines del mundo conocido y en la que su querido caballo Bucéfalo que le acompaño en los grandes conflictos, incluido en la gran batalla de Gaugamela, había perdido la vida. La pena le corría por todo su ser, solo quería a dos persona, Bucéfalo y Hefestión, le quedaba aún el amor y compañía de este último, sin embargo, el general en ocasiones se sentía solo,  y  la contemplación del cielo de esas inhóspitas tierras le daban una tregua de paz en el corazón. Se sorprendió al no reconocer las constelaciones que el mismísimo   Aristóteles  le enseño en las noches de la lejana Pela, tenía la sensación de que había transcurrido una vida entera desde que salió de su amada Macedonia, y en ese mismo instante se pregunto ¿Que sería de Aristóteles, su instructor?, hacía mucho tiempo que no tenía noticias suyas, tanto, tanto tiempo….

Aristóteles se encontraba en una austera habitación, y acabada de terminar su obra de Ética a Nicómaco,  sobre la virtud y el carácter moral. En ese mismo instante le llego un pensamiento y se pregunto qué sería de su alumno, las noticias que llegaban decían que había llegado hasta el mismo fin del mundo, hacia tierras desconocidas, sin duda el filosofo se creía responsable de haber inculcado tanta curiosidad y pasión hacia lo lejano y desconocido y que sin duda habían alimentado el afán conquistador de su General.  Se sentía cansado, llevaba días  sin apenas dormir. Quiso revisar su cuaderno donde anotaba todas sus ideas y pensamientos, especialmente del día anterior, enfrascado en la finalización de su obra, no había tenido ocasión de  releer aquella observación que le llamo la atención. En su cuaderno anoto “Mientras observaba el movimiento de las estrellas errantes, me di cuenta, que en la constelación del cisne, en la zona donde acaba la cola, hay  una estrella borrosa, podria ser un cometa”. Sin duda, era un mal augurio ¿ le habría pasado algo a su alumno Alejandro”.

Las crónicas atribuyen en el 325 a.c la observación de Messier 39 por parte del gran filosofo Aristóteles, pero no fue hasta  1764  cuando finalmente Charles Messier lo incorporo dentro de su afamado catalogo.
Contelación del Cisne

Messier 39 es un cumulo situado en la constelación del cisne, dista de nosotros a solo 800 años luz, siendo un cumulo realmente cercano. Esa cercanía explica su gran tamaño, de al menos 32 arc minuto, es decir, como una luna llena, aunque sus límites no tan fáciles de definir, llenaban mi ocular de 42 mm de más de 1 grado de campo. Su edad se estima entre 250 y 300 millones de años, y al menos, 30 de sus componentes se encuentran en un espacio de solo 7 años luz.
Messier 39
Es fácilmente observable con un telescopio de aficionado, y con uno de 8 pulgadas se pueden divisar todas  su componentes. En el dibujo realizado llama la atención entre 15 y 20 componentes de magnitudes parecidas y muy brillantes dando un aspecto abierto e irregular sin delimitaciones firmes, de un color blanco azulado, característico de las jóvenes estrellas. Un espectáculo fascinante, observable en todo su cenit en las noches de final de verano.

Dibujo Messier 39
Alejando Magno moriría pocos años después en la lejana ciudad de Babilonia, a la edad temprana  de 32 años, jóvenes como las estrellas de M39.