domingo, 6 de marzo de 2016

Messier 47 y el Gran Tratado

Tiempo de lectura 4 min.

Claudio Ptolomeo
Era el 142 D.C y Claudio Ptolomeo se encontraba trabajando en la gran Biblioteca de Alejandría.  Por aquellos años, a pesar de la expansión del imperio Romano, Alejandría aun era considerado el faro del conocimiento. Ptolomeo era muy conocido por toda la  élite cultural de la ciudad, pero ya tenía más de 60 años y se encontraba cansado.  No quería retirarse sin antes terminar su gran tratado (Almagesto).

En su mesa se encontraba una recopilación del mayor catalogo de estrellas del momento, autoría de  Hiparco de Nicea. Este manuscrito, actualmente perdido, le ayudo a explicar el movimiento de las estrellas, planetas y el sol por la bóveda celeste. Consideraba que  la tierra se encontraba inmóvil en el centro del universo, y el resto de objetos celestes giraban en torno a ella. Su modelo Geocéntrico del universo seria  vigente hasta el siglo XVII.

El catalogo era muy amplio, pero había un conjunto de estrellas que no tenían una forma definida. Era una amplia superficie que le recordaba a la nave de Argos, el barco mítico de Jasón y los Argonautas. Así que decidió designar con  dicho nombre a esta nueva constelación sin bautizar.
Nave antigua de Guerra griega


Ptolomeo paso al olvido, pero la extensa  constelación a la que le dio nombre perduro en el tiempo. No fue hasta el siglo XVIII hasta que Nicolas-Louis Lacaille dividió la constelación en otras menores. Fue original desmantelar  la nave de batalla en sus partes, Carina ( La Quilla), Puppis ( La popa) y Vela ( La Vela). Esta ultima ocupa el lugar que correspondería al mástil de la nave.
Constelación de Puppis

Nuestro objeto se encuentra en la constelación menor de Puppis, una constelación austral y la mayor de las partes de la Nave Argo. Su tamaño permite que sea vista en nuestras latitudes, eso sí, baja en el horizonte sur, bajo la estrella  Sirio. Destacar como anécdota, que la estrella principal de Puppis ( HD 66811) es una de las estrellas más luminosas de nuestra Galaxia, 550.000 veces más que nuestro sol.  Si la tierra se encontrara cerca de dicha estrella ni el factor 50 nos salvaría de las radiaciones solares.

Los objetos más destacados son Messier 46 y Messier 47. En contra de lo que suelo hacer habitualmente, que es prepararme rigurosamente la observación con los objetos a observar. El 5 de marzo de 2016, decidí y mejor dicho con la expresión de “Navegar” como Jason y los Argonautas por  dicha zona del cielo, y me encontré fortuitamente con este conglomerado de nuevos soles, al que luego averigüe que era M47, y no pude resistirme hacer un retrato con lápiz y difumino.
Fotografía de M47

Técnicamente M47 es un cúmulo abierto a una distancia de 1.600 años (estaba observando unos fotónes que  cuando salieron, aquí nos encontrábamos con la caída del imperio romano y el inicio de la oscura edad media). Tiene una edad de 78 millones de años, es decir, son relativamente jóvenes. La forman unas cincuenta componentes. Su belleza radica en la estrella doble del centro del ocular, de un color blanco-azulado. El conjunto es muy luminoso. Un primer piso de estrellas de una magnitud de 5 y una segunda planta de estrellas más débiles (quizás de magnitud >8) que le dota de profundidad. Así mismo, su disposición forman un asterismo que me recuerda a la osa mayor, con una cola de estrellas que desembocan en una estrella luminosa. Junto al conjunto de perlas blanco-azuladas, destaca en el ocular  una rareza de color naranja pálido, y que además es la más luminosa del cúmulo. Si tenéis la ocasión de apuntar con vuestros prismáticos o telescopios este objeto hacedlo , porque no os decepcionara.
Dibujo realizado de M47

El viaje a través de la Nave Argos me ha permitido descubrir por un lado no solo a M47 sino también a Ptolomeo.