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El sol entraba tímidamente por el
gran ventanal del recinto. El rey Filipo III Evergetes como de costumbre se levantó
a la primera luz del alba, y se asomó para contemplar el esplendor de su reino.
A lo lejos podía divisar el faro de Alejandría que brillaba como una estrella
en el horizonte. Era el momento de vengarse del traidor que había terminado con
la vida de su hermana y su sobrino, futuro rey de Siria.
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Moneda rey Ptolomeo III |
Esa mañana se preparó con su
enorme ejército para combatir en tierras lejanas, no sin antes de despedirse de
su amada reina Berenice. Le acaricio y beso su larga melena, tan bella como el
mejor de las melenas Leónidas. No sabría si volvería con vida….
Al otro extremo, en el reino de Siria, esa
misma mañana, Laodice I se levantó repentinamente, con una extraña sensación de
malestar y miedo. No, no por remordimientos de haber envenado a su marido, el
rey seléucida Antíoco II, a su mujer, hermana del rey Ptolemaico y su hijo,
quien iba a suceder al trono de su marido. Desde que su hijo, el actual rey
Seleuco II Pogon, o más conocido como el barbudo, sabía que la venganza del rey
egipcio tarde o temprano llegaría. Sin más demora, aviso a su hijo de que algo
malo sucedería en el reino, y que Ptolomeo regresaría, no se equivocaba.
La reina Berenice, intentaba
ocupar el día con quehaceres cotidianos, supervisando los problemas del reino,
pero su angustia y temor de que su marido no volviera aumentaban cada día. Todas
las mañanas rezaba y acudía al templo de Afrodita llevando presentes con el
propósito de que su marido llegara con vida. Su desconsuelo y sensación sin
embargo no decrecía, y prometió a la diosa que sacrificaría si para ello era
necesario, su bien más precioso, su larga y admirada cabellera. Juro en el mismo templo que si su marido
regresaba, ese mismo dia ofrecería su cabellera a la diosa.
Finalmente, en una mañana del año
246 a.C los dos ejércitos se encontraron. La lucha fue encarnizada, sangrienta,
pero el poderoso ejército Ptolemaico, con nuevos inventos proporcionados por el
ingeniero Arquímedes de Siracusa, posibilitaron la ventaja necesaria para
aplastar al ejecito Sirio. Evergetes derroto al ejército Sirio sin
contemplaciones, mando asesinar a Seleuco II junto a su madre. La venganza
estaba servida.
La reina recibió pronto noticias
de que el rey regresaba, vivo, además con un gran botín y recuperando imágenes
pertenecientes a reyes egipcios de guerras pasadas. Ese hecho le dio la fama
del Bienhechor para el pueblo. Inmediatamente, la reina acudió al templo de Serapis
para cumplir su promesa. Sin embargo, durante la noche, la cabellera fue
robada. Berenice y Ptolomeo , enfurecidos llamaron a los sacerdotes guardianes
del templo. La cabellera no apareció, y ambos sabían que esto no gustaba a los
dioses.
Conon de Samos, era el astrónomo
de la corte, había descubierto para el reino innumerables nuevas
estrellas y predicho eclipses, además, su amistad con Arquímedes había
proporcionado al ejercito nuevas armas de combate. No podía quedarse parado, y
acudió raudo a la corte. Llevaba varias semanas observando un grupo de
estrellas cercanas a Virgo. Para calmar los temores del rey, le explico que ese
grupo de estrellas recién aparecidas en el firmamento no eran ni más ni menos
que la cabellera de la reina Berenice que había sido transportada por la misma
Afrodita, que, al verla, maravillada de la hermosa melena, la elevo al
firmamento para ser contemplada y admirada para la eternidad.
Así se tejió el mito de esta
constelación, que nos llegó gracias al gran Eratóstenes, que en aquellos
tiempos era el responsable de la Biblioteca de Alejandría, geógrafo y astrónomo
entre muchas cosas, paso a la historia por ser la primera persona (hace más de
2200 años) en calcular con gran precisión la circunferencia de la tierra, con
solo dos palos y sus sombras proyectadas, pero este es otro tema. El mito cayo
en el olvido y no fue hasta el año 1602 cuando el Tycho Brahe la catalogo como
constelación.
Coma Berenices es una
constelación nada vistosa a simple vista. Las constelaciones vecinas son: al
oeste el León (Leo); al norte, Los Perros de Caza o Lebreles (Canes Venatici);
al este el Boyero (Bootes) y al sur, la Virgen (Virgo), las cuales servirán de
referencia para su localización. A nivel
de observación, destaca por algunas estrellaas variables, pero especialmente
por ser una ventana a otros universos. Destaca por la gran cantidad de objetos
Messier, al menos 7, en su gran mayoría galaxias, las cuales comparten con la
constelación de Virgo. Estas forman parte de las denominadas grupo local o
Cumulo de Virgo. Son nuestras vecinas “estelares”, galaxias que se encuentran
entre 40 y 60 millones de años luz, todo un festín para aquellos que disfruten
de verdaderos cielos oscuros y telescopios de gran apertura.
Esto es posible debido a la
posición del Sol que realiza un giro completo en aproximadamente 250 millones
de años, es el llamado "año cósmico". En este punto la mirada está
centrada lejos de la Vía Láctea, la interferencia debida al gas y polvo de
nuestra galaxia es prácticamente nulo, lo que hace que sean visibles muchas
galaxias.
Se calcula que hay más de 2000
galaxias en esta pequeña porción del cielo, cada una con sus miles de millones
de estrellas, y si a eso le añadimos que, según las últimas investigaciones sea
probable que cada estrella tenga sistemas planetarios, os podéis imaginar el nº
de posibles “tierras”. Messier 100, el protagonista de esta entreada (también
conocido como NGC 4321) es una galaxia espiral a unos 52,5 millones de años luz
. Fue descubierta por Pierre Méchain en 1781. Es una de las galaxias más
grandes y brillantes en el cúmulo de Virgo, con una luminosidad similar a la de
la galaxia de Andrómeda. Es bien conocida por la multitud de supernovas
encontradas en estos últimos años, algunas observables con simples telescopio
de aficionado.
En “visual” difiere enormemente
de la espectacularidad que ofrece la fotografía de larga exposición, pero ver
en directo una galaxia amigos es indescriptible, una sensación y paz difícil de
relatar. Solamente saber que los fotones emitidos a 50 millones de años
impactan sobre tu retina que estimula el nervio óptico y crea la imagen que
finalmente nuestro cerebro construye, es al menos para mí, mágico.
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Dibujo M100. Telescopio 8 pulgadas. |
El 17 de abril del 2018, apunte
mi telescopio de 20 cm a la galaxia, en una noche de temperatura suave,
tranquila, típica primaveral. Los vecinos apagaron sus luces y me dieron una breve tregua para
poder adaptar mi visión nocturna y ganar al menos una magnitud visual. La
primera visión es que la galaxia no aparece de repente, y solo con unos minutos
de adaptación y visión “periférica” consigo apreciar una mancha débil, con un núcleo
viene marcado y paulatinamente comienzo apreciar los brazos de lo que es una
espiral. Es de las pocas a las que puedo apreciar la forma estando en mi lugar
de observación con una contaminación lumínica moderada. La zona estelar es
pobre, franqueada por dos estrellas de magnitud 8 o 9. Reviso mis notas y las
comparo con las del gran observador José Luis Comellas, descrita en su obra
magna Guía del Firmamento, el libro en castellano obligatorio para observadores
amateur con telescopios modestos. Me sorprende y alegro al coincidir en casi
todo lo que el observo allá por los años 70.
Sin duda, la observación
astronómica, no solo me proporciona la posibilidad de disfrutar de lo que el
firmamento nos ofrece, el espectáculo visual o la paz que me cubre, sino,
además de sumergirme en la historia y trasladarme a tiempos inmemorables del
reinado de Ptolomeo III, Eratóstenes, Conon y viajar hasta la Biblioteca de
Alejandría.